Aquel día en el que todos estaban con los de mi grupo y tu te quedaste solo en tu local, sentado en la puerta y con tu sombrero. Mientras yo me dirigía hacia los demás gritaste mi nombre y me pediste que fuese contigo, que te aburrías. Entonces fui y estuvimos cambiándonos los sombreros, haciendo el imbecil un buen rato, hasta que conseguí sacarte una sonrisa. Entonces vi que ya era hora de irme con los demas.
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